En África Madre: La iniciación, la viajera y escritora Laura Lazzarino [@losviajesdenena] narra su recorrido entre Egipto y Somamilandia. “Viajar por viajar es entretenido los primeros meses, pero llega un momento en que tiene que haber algo más, una idea o una inquietud que motive el movimiento”, me dice en esta entrevista.
Plus: África: El tiempo de los ritos, de Juan Pablo Villarino [@acrobatadelcamino]; y Atlas de micronaciones, de Graziano Graziani, un libro mágico para viajar a ningún lado.
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Laura Lazzarino es, a sus 36 años, una viajera extraordinaria y una escritora muy sincera. Viajar la hace sentir viva, contó una vez. En Instagram, su perfil @losviajesdenena tiene 55.8k seguidores y, si seguís con devoción a los mochileros digitales actuales —yo lo hago—, seguro sabés que Lazzarino es de esa estirpe, como Juan Pablo Villarino (@acrobatadelcamino; expareja de ella y coautor con ella del libro Caminos invisibles: 36.000 km a dedo de Antártida a las Guayanas, que ya lleva siete ediciones), como Aniko Villalba (@anikovillalba), Dan Lande (@rulodeviaje) y muchos otros (sobre algunos ya hablamos en SIE7E PÁRRAFOS).
Buenas noticias: Lazzarino acaba de publicar África Madre: La iniciación, un libro donde cuenta el principio del viaje que hizo a dedo por el continente, con Villarino, entre 2016 y 2017. De punta a punta.
- Lo podes comprar en su blog: https://losviajesdenena.com/los-libros/
“África fue el viaje más difícil que hice, y yo sabía de antemano que iba a ser así”, me dice desde su base en San Nicolás. “Que por más que leyera y estudiara y tratara de tener ‘todo calculado’ nada podía prepararme para semejante aventura. El shock cultural, el ejercicio de la paciencia, los planteos que fueron surgiendo en el camino: no había forma de anticiparme. Por eso, África es el viaje de mi vida. Crecí mucho, (des)aprendí mucho, disfruté mucho más”.
La aventura comenzó en El Cairo y terminó en Ciudad del Cabo (The New York Times envió un periodista a cubrir el final del viaje), y Lazzarino planea hacer una trilogía. La iniciación es el viaje por Egipto, Sudán, Etiopía y un estado no reconocido por la ONU llamado Somalilandia.
Pero, más que nada, es el camino que recorre esta viajera para despojarse de prejuicios y preguntarse qué significa ser una mujer en movimiento, en un territorio de hospitalidad que a veces muestra toda su hostilidad. “Voy a arrancarme un libro de las entrañas”, escribe ella en un gran comienzo. “Afuera quedarán las expectativas del buen viajero”. Afuera selfies, afuera AirBnB.
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Con la mochila al hombro y usualmente a dedo, desde 2008 Lazzarino lleva recorridos unos 70 países en todos los continentes, salvo Oceanía pero incluyendo a la Antártida (bueno, ahí no hay países). Su blog Los viajes de Nena fue situado por El País en el primer lugar entre los 25 blogs de viajes de 2016 (y un año después volvió a formar parte de la lista). También fue elegido por la Fundación Bitácoras como el mejor de viajes en español. Es un blog lleno de crónicas, de vivencias y de posts útiles para armar un viaje.
África Madre: La iniciación es mucho más íntimo, y lo que sobresale una y otra vez es la comunión honda y perfecta en la que Lazzarino entra con mujeres de rostros cubiertos y palabras no tan lejanas.
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¿Por qué viajamos? “Viajamos, en primer lugar, para ver con nuestros propios ojos eso que hemos visto miles de veces al otro lado de la pantalla, en una revista, en un libro, en una postal”, me dice Lazzarino.
“Viajamos para meter los pies en ese río, probar esa enchilada, posar regias con ese mar Caribe de fondo. Viajamos para ver el coliseo, para llenar el celular de fotos, para maravillarnos frente a un buffet, para recorrer museos, para mirar centros históricos, para que alguien nos explique lo que tenemos enfrente, para descansar, para cansarnos más, para aprender, para no entender, para olvidar muchas cosas pero nunca jamás la sensación de haber estado, de haber visto, de haber vivido. Viajamos para experimentar, para perdernos, para encontrarnos en cualquier esquina, para equivocarnos, para querer volver, para soñar otras vidas, para enamorarnos, para sanar el corazón, para escuchar otras palabras, para hacer amigos nuevos, para desorientarnos, para no querer volver nunca. Viajamos, en última instancia, para ganar una carrera que ya tenemos perdida de antemano, para sentirnos más vivas que de costumbre, para ensanchar el tiempo, para estar presentes, para ser felices”.
- ¿Y cuál es el secreto para vivir viajando?
Tener un proyecto más allá de viajar. Viajar por viajar es entretenido los primeros meses, pero llega un momento en que tiene que haber algo más, una idea o una inquietud que motive el movimiento más allá del hedonismo puro y duro. No tiene que estar claro antes de salir, puede presentarse en el camino, pero si no hay un norte que guíe la ruta, al final todo se vuelve monótono.
- ¿Qué es lo mejor y lo peor de vivir viajando?
Hay dos cosas que amo de la vida de viajes. La primera, y la más primitiva, es la sensación de estar viviendo más. Incluso cuando las cosas no salen como quiero, cuando estoy cansada, cuando extraño mi casa, estar de viaje me hace sentir viva de un modo que no he experimentado en ningún otro ámbito. La segunda, es la posibilidad de contar historias totalmente ajenas a mi cotidianidad. Eso me entusiasma muchísimo y es la razón primordial para estar en movimiento. Lo peor, claro, es estar lejos. Amo mis alas pero también mis raíces y por mucho que disfrute viajar, también me gusta volver, estar con mi familia, disfrutar de mi casa.
- ¿Estás planeando algún próximo viaje?
Quiero volver a África. Ese siempre es mi plan.
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En su libro, Lazzarino habla de viajeras contemporáneas ya míticas como Kinga “Freespirit” Choszcz —que cruzó el desierto en un camello y murió de malaria en Ghana— o Kimmie Taylor —que se unió al ejército kurdo de mujeres—. ¿A quién más sigue? “Me gusta mucho Paula Belenda [@howimettravel], una viajera española que visita lugares ‘peligrosos’”, me dice. “Me gusta su audacia pero, sobre todo, me gusta que se involucra con los lugares que recorre”.
¿Y sus libros favoritos de viajes? El antropólogo inocente, de Nigel Barley. Un adivino me dijo, de Tiziano Terzani. Café Europa, de Slavenka Drakulic.
“Documento mucho mientras estoy viajando”, sigue Lazzarino. “Tengo un cuaderno en el que escribo casi a diario, posteo en el blog con regularidad y, además, comparto el viaje por Instagram, por lo que tengo bastante material a la hora de sentarme a escribir. Es un proceso agotador al momento de viajar, sobre todo cuando estás viviendo cosas muy intensas: escribir es vivir dos veces y no siempre me daban ganas de agarrar el cuaderno. De todos modos, agradezco haberlo hecho. Hay muchos detalles, sensaciones ‘en caliente’ que me ayudaron mucho a reconstruir escenas y a narrar el viaje de un modo más fiel”.
“Con La iniciación, el trabajo fue minucioso: el conflicto narrativo no sólo tenía que sostenerse a lo largo del libro sino que, además, tenía que tener continuidad para poder trabajar con las otras dos partes. Como te decía antes, para mí este fue un viaje de mucho crecimiento, por lo que me basé en el camino del héroe de Campbell para presentar la cronología y el enfoque de esos episodios. Durante todo el proceso tuve varias líneas de tiempo pegadas en la pared, que me ayudaron a ver el recorrido de un modo más macro y a poder trazar líneas entre algunas situaciones, que de otro modo, no hubiese terminado de ver”.
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- De todo lo que es África para vos, de toda esa experiencia, de todo lo que viviste allá, ¿qué fue lo más difícil de bajar a palabras?
El viaje por África duró 16 meses y la parte más dura, para mí, fue la primera, que es precisamente la que relato en este libro. Egipto me costó muchísimo, sufrí un abuso a los quince días de haber aterrizado y desde ese momento en adelante toda mi condición de mujer estuvo presente como una limitación impuesta, una etiqueta que diferenciaba no solo las experiencias a las que podía tener acceso sino mi punto de vista frente al de mi excompañero. Me di cuenta entonces de que la gran mayoría de las cosas que yo había leído al momento de organizar el viaje estaban escritas por y para hombres, y que mi experiencia sería diferente. ¿Cómo hacer para volcar todo eso en un libro de viajes?Estamos muy acostumbrados a consumir viajes pasados por filtros de Instagram, reels con música indie y videos super editados, que terminan siempre generando una falsa expectativa de felicidad constante. Es como si viajar fuese estar con una sonrisa las 24 horas, siempre plena, siempre joven, siempre lista para la selfie y el like. La primera parte del viaje para mí fue un cachetazo atrás del otro. Me la pasé cuestionándome muchísimas cosas, renegando en mi mente con lo que yo consideraba “normal” y lo que la realidad me presentaba. No siempre estuve feliz, tuve que lidiar con mi menstruación en el desierto a 40 grados y escuchar historias durísimas de mujeres locales que me calaban muy hondo. Y aunque sentía que eso era lo que tenía que escribir, admito que me daba una especie de culpa sorda el hecho de no estar escribiendo “un libro feliz”.
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El viaje a dedo por África implicó más de 32.000 kilómetros.
Lo curioso es que Juan Pablo Villarino (@acrobatadelcamino; recordemos: excompañero de Laura Lazzarino) acaba de publicar, él también, su propio libro sobre este mismo viaje. Lo titula África: El tiempo de los ritos. Como el de @losviajesdenena, es una edición independiente y es una primera parte (el plan de él es hacer dos libros, no tres).
Villarino, que es un nómada orgulloso de serlo y que está planeando ahora un viaje a Asia central, escribió Vagabundeando en el Eje del Mal: Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán —hoy un clásico indie de los mochileros argentinos—, donde toma contacto con “[m]aestros afganos, vendedores del bazar de Aleppo, amables clanes beduinos de Siria, granjeros que absortos en su Sahara me preguntaban si en Argentina también había estrellas o miembros de la inteligencia siria encargados de perseguirme”.
África: El tiempo de los ritos —de @acrobatadelcamino— y África Madre: La iniciación —de @losviajesdenena— son dos miradas distintas de una misma peripecia. La de Villarino es quizás más sociológica e histórica; la de Lazzarino, más intimista y fraternal. En la suma de ambas el territorio africano deja de verse impenetrable.
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Hablando de viajes, Atlas de micronaciones, de Graziano Graziani, es un libro mágico para viajar a ningún lado. Y viene con un increíble mapa desplegable El atlas recoge historias de países que quizás nunca existieron o que tienen cero habitantes, pero que alguien alguna vez quiso hacerlos realidad.
Son anomalías estatales, demostraciones ingeniosas con fines políticos, proyectos artísticos, reconstrucciones de herencias dinásticas, vehículo para un espíritu de libertad o tal vez para pagar menos impuestos.
“Muchas de estas historias”, escribe Graziani, “sobrevivieron como recuerdos de historias ‘locales’ excéntricas, hasta que resurgen en tiempos recientes gracias a Internet, que permitió recuperar la memoria, dando la posibilidad a muchas micronaciones de ponerse en contacto entre ellas. De reconocerse, incluso oficialmente, firmando por ejemplo tratados y acuerdos bilaterales”.
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Acá van tres de las micronaciones del atlas:
1⃣ Ciudad Libre de Christiania: fundada en 1971 en el corazón de Copenhague por un grupo de hippies, tiene 34 hectáreas y los autos están prohibidos. Se rige con un estatuto especial que la volvió, de hecho, un territorio independiente. Hoy, antes que nada, pelea la batalla ambientalista.
2⃣ Estado Virtual de Lizbekistán: creada en 1996 por Liz Stirling, una artista que vive en París, fue la primera micronación conceptual. Hasta 1999 tuvo pasaporte, estampillas y moneda. Luego se disolvió.
3⃣ Gay & Lesbian Kingdom of the Coral Sea Islands: nació en 2004 en una isla al norte de Australia como forma de protesta contra una addenda a un ley de ese país, que provocó un vacío respecto del matrimonio igualitario. De hecho, el emperador Dale I le declaró la guerra a Australia, e iba en serio (más info en su antigua web oficial). Se disolvió el 17 de noviembre de 2017 luego de que Australia legalizó el matrimonio igualitario.
… y por supuesto, también está el Reino de Araucanía y Patagonia, que fue creado por el abogado francés Orélie Antoine de Tounens en 1860 con el apoyo de jefes mapuches y que, increíblemente, tuvo un heredero hasta 2014.
POSTDATA– Los libros que SIE7E PÁRRAFOS regaló en Navidad ahora están listos para retirar. Si te tocó uno, ya te avisé por mail. Qué lo disfrutes
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Javier
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