El año 2020 se retira dejando una gran transformación en nuestras vidas y un tendal de víctimas. Fue un año muy duro. A lo largo de muchas ediciones de SIE7E PÁRRAFOS convocamos a los mejores autores de la escena actual y les preguntamos cómo estaban viviendo la creación en tiempos de pandemia. Hoy rescatamos seis de esos encuentros.
Plus: Desierto sonoro, de la mexicana Valeria Luiselli, se convirtió en el libro más elegido por la comunidad de RED/ACCIÓN.
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23 regalos. Pero antes de empezar con nuestras preguntas de hoy, traigo una noticia sobre lo que pasó la semana anterior acá en SIE7E PÁRRAFOS. Recordarás que ofrecimos 23 libros de regalo a los suscriptores y lectores. Para mi enorme sorpresa, tuvimos 195 perdidos (!!!). Y estos fueron los títulos más elegidos:
- Desierto sonoro, de Valeria Luiselli (Sigilo): 20 personas lo pidieron | 10,3% del total
- La novia de Sandro, de Camila Sosa Villada (Tusquets): 19 | 9,7%
- No es un río, de Selva Almada (Literatura Random House): 17 | 8,7%
- En el limbo, de Estanislao Bachrach (Sudamericana): 15 | 7,7%
- La fuerza de la no violencia, de Judith Butler (Paidós): 15 | 7,7%
- 100 libros para entender el mundo, de RED/ACCIÓN (Catarsis): 13 | 6,7%
Como ves, bastante reñida la elección. Y eso me alegra porque significa que son libros que resultan interesantes.
- Sólo teníamos un ejemplar de cada título. Si estás entre quienes no obtuvieron ningún libro, no te preocupes y quedate acá porque SIE7E PÁRRAFOS regalará más en 2021
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Claudia Piñeiro. Muy activa en la escritura y en el debate público, lanzó una nueva ficción titulada Catedrales y trabajó en otros dos proyectos ganándole tiempo al aislamiento.
- Catedrales cuenta una historia con un aborto clandestino. ¿Cuál creés que es la mejor proporción entre ficción y realidad en temas tan en discusión?
Las novelas, para mí, son ficción, aunque incluyan hechos de la realidad. Mi novela más autobiográfica, Un comunista en calzoncillos, tiene situaciones inventadas, pero al introducir ficción el conjunto se convierte en esa materia. En ese libro puse un epígrafe de Natalia Ginzburg, que me encanta: “… este libro, aunque haya sido extraído de la realidad, debe leerse como una novela, es decir, sin pedir más, ni menos tampoco, de lo que una novela pueda ofrecer”. En esos términos pienso la escritura, que en mi caso, siempre incluye asuntos de la realidad.
- Siendo tan prolífica, ¿cuántos proyectos trabajás a la vez y cómo es un típico día tuyo en cuarentena?
En cuarentena toda regla de organización de trabajo está quebrada o fue modificada. Hago muchas tareas, fuera de la escritura, que antes no tenía que hacer. Escribo poco y cuando puedo. En el año anterior y también en este momento, avanzo con dos proyectos a la vez, pero tan distintos que me permiten pasar de uno a otro con facilidad. Y ninguno de los dos es literatura, sino guiones.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
Otra vida por vivir, de Theodor Kallifatides. Un autor griego que desde hace muchos años vive en Suecia y suele escribir en sueco. Está traducido al castellano, por supuesto, si no no lo podría haber leído, editado por Galaxia Gutemberg. Me lo recomendó Samanta Schewblin mientras caminábamos por las calles de Berlín, y hablábamos acerca de nuestro oficio. Un libro maravilloso. Son sus reflexiones acerca de escribir o no después de los 70, que son los años que él tiene. Pero también de escribir en una lengua diferente a la materna. Y lo que eso significa: pensar en una lengua, escribir en otra.
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Hernán Casciari. El creador de la revista Orsai y autor de la novela Más respeto que soy tu madre nos contó cómo vive la cuarentena desde el punto de vista creativo.
- ¿Cómo es tu rutina de escritor en cuarentena?
Hace más o menos cuatro años que ya no escribo, así que la rutina es parecida a la de siempre. En los últimos tiempos estoy interpretando lo que he escrito en voz alta para radio, teatro o auditorios, y ahora estoy haciendo una función paga a través de streaming, desde mi casa.
- ¿Ya se te ocurrió una historia situada en la cuarentena?
En la primera semana hice un diario de la cuarentena para el programa de radio Perros de la calle, y al séptimo día me aburrí. Así que la verdad es que no.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
Tengo la costumbre, en esta segunda temporada de la revista Orsai, de leer casi únicamente inéditos con el objetivo de encontrar nuevas voces, nuevos escritores y escritoras. Te podría decir qué fue lo mejor que leí últimamente, pero no sabrías ni quién es el autor porque no ha sido editado…
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Leila Guerriero. La cronista diseccionó la nueva cotidianidad y embistió contra la idea del hogar en un contexto de pandemia.
- ¿Cuál es el deber del periodismo ante la pandemia?
Creo que viene un tiempo políticamente muy rudo en el que los poderosos, amparados en la tiranía del bien (“lo hago por tu bien, sé lo que te conviene”) borrarán, durante tanto tiempo como puedan, los cuerpos de la escena pública. Quizás el periodismo podría ayudar a pensar esos puntos ciegos, a cuestionar a los poderosos que estarán más excitados que nunca ante una ciudadanía sumisa, aplastada por el pánico.
- Corrías, volabas, cazabas e ibas a eventos sociales. ¿Cómo te llevás ahora con el encierro forzado?
Me llevo pésimo con lo forzado. No soy obediente y jamás le otorgo a nadie la potestad de decidir qué me conviene. No tengo claustrofobia de casa, pero sí de barrio, de ciudad. No toda clase de vida merece ser vivida. Vivo, pero no esperen que diga “lo paso bien porque aprendí a hacer terrinas”. Veo con repulsión cómo el hogar se ha convertido en espacio de negación de la angustia y de ostentación del confort. Veo con asco las publicidades en la tele, casas impolutas, padres e hijos comiendo platos de diseño, saltando entre almohadones de pluma.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
El texto “La ansiedad”, de Mariana Enríquez, publicado en la revista de la UNAM. “Animalitos domésticos”, de Foster Wallace, la única pieza de ficción que pude re-leer desde que todo esto empezó, porque no puedo leer nada de ficción. Un texto de Paul B. Preciado en El País, sobre la pandemia. Un texto de Julián Herbert sobre la pandemia. Trozos de Al amigo que no me salvó la vida, de Hervé Guibert. Por obvios motivos. Es un libro sobre el HIV.
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Tamara Tenenbaum. La autora de Nadie vive tan cerca de nadie y de El fin del amor intentó encontrar un momento de paz en medio de una avalancha de vivos de Instagram.
- Leila Guerriero escribió en una columna que el feminismo parece estar acechado en la pandemia porque “aquel lenguaje subversivo ha sido remplazado por el lenguaje de los machos”. ¿Qué opinás sobre esto?
Creo que Leila no está hablando del feminismo como movimiento sino como lenguaje, y un poco como la idea de que tenemos derecho a cuestionarlo todo, que creo que fue uno de los aportes más interesantes del feminismo al debate público. Me parece que hay que estar muy atentos a los discursos que se reproducen, porque el clima “estamos en guerra así que nadie puede hacer ninguna objeción a nada sin ser traidor a la patria” es caldo de cultivo para discursos de odio y de precarización de sujetos que se perciben como otredades, ajenas al “nosotros” de la “gente de bien”.
- ¿Cómo coordinás tu alta exposición pública con tus momentos de lectura y contemplación?
La verdad, mal. No me gusta exponerme, o más bien: me gusta mostrar las cosas que escribo, me gusta exponer eso, pero no tanto hacer videos y esas cosas. Estoy tratando de hacerlo menos, pero me cuesta decir que no cuando me escribe gente de la militancia, de medios independientes, gente que está haciendo esfuerzos para mantener vivos sus espacios de reunión y producción. Me parece un poco desgastante para todos, además, el tema de los vivos de Instagram, de estar todo el tiempo manijeando. Parece que ser escritor es trabajar de opinar, y para mí no debería ser así.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
Terminé la trilogía de Rachel Cusky. Sus novelas me parecen espectaculares en términos del trabajo con el lenguaje, virtuosas, y al mismo tiempo me resultan tan adictivas como un culebrón. También leí un libro fascinante de Vivian Gornick, The End of the Novel of Love. Es muy interesante la tesis central que construye, la idea de que en el siglo XX lentamente va dejando de funcionar la metáfora de la búsqueda del amor como la búsqueda del sentido de la vida. El ensayo final, que es el que le da título al libro, puede ser el mejor ensayo que leí en mi vida.
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Martín Caparrós. Aseguró que vivimos en un mundo plano donde da igual estar en Madrid o en Buenos Aires.
- ¿En qué se parece este mundo de pandemia en el que hoy vivimos al de tu nuevo libro, Sinfín?
Para empezar, en la obligación del aislamiento. En Sinfín la condición para acceder a la vida eterna después de la muerte es aceptar el aislamiento eterno; esta pandemia, más modesta, nos pide este aislamiento transitorio como condición para seguir vivos unos años. Y sobre todo se parece en esta sensación de fin de un mundo que conocemos y principio de otro que no sabemos cómo será.
- Para atravesar la pandemia, ¿mejor estar en España o en Argentina?
El momento más extremo de la pandemia, el confinamiento, anula, entre otras cosas, los países. Hace dos meses que vivimos en un mundo plano, encerrado, global, donde da igual que mi casa esté en Madrid o en Buenos Aires: todo lo que hay alrededor es una especie de entelequia, recuerdo y promesa al mismo tiempo. Ahora, cuando empiece el final, van a empezar las diferencias. Así que después te cuento.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
Últimamente me quebré un pie y quise recordar cuáles eran las coplas de pie quebrado. Las busqué y, para mi vergüenza, resultó que las más clásicas son las que abren el Poema para la muerte de mi padre de Jorge Manrique: “Recuerde el alma dormida,/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida…”. Lo releí dos o tres veces. Qué pena, ¿no?, que en estos 600 años todavía no hayamos escrito nada mejor…
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Camila Sosa Villada. Contó por qué para ella ser travesti y ser escritora es lo mismo. Con Las malas se convirtió en la revelación literaria del momento.
- En Las malas decís: “Mi primer acto de travestismo fue empezar a escribir”. ¿Cómo fue eso?
Porque escribía en primera persona en femenino. Ya me escribía sabiendo quién era. Y luego está que es imposible precisar este sentimiento: para mí ser travesti y ser escritora es lo mismo. Sucedieron ambas cosas al mismo tiempo. Escribo desde que aprendí a escribir; es decir, que la travesti que se gestó en mí, se gestó en el cuerpo de una escritora. Es bien bonito, ¿no? Podría extenderlo todavía más y decir, también ser travesti y ser actriz es lo mismo. ¿Qué travesti no interpreta papeles para sobrevivir? Y digo más: ¿qué travesti no canta? Entonces para mí es lo mismo. Puesto que pienso que todo es el cuerpo.
- ¿Cuál es la oportunidad de la literatura trans? O sea, ¿qué le puede dar la literatur trans al mundo, que nadie o nada más podría dárselo?
La oportuncrisis de Homero. La oportunidad no es para lo que escriben las travestis. La oportunidad es para ustedes. La oportunidad es para la literatura. Es exactamente al revés la pregunta: qué resulta de leer textos como Vienen por mí, de Claudia Rodríguez: “Me aferro a hombres que nunca se imaginaron la existencia de una travesti como yo”. Qué sucede cuando aparecen escritos que se corren del saber legítimo de la literatura. Una especie de rotura en la tranquilidad que dan las reglas de la buena escritura, con sus comas bien puestas, su semántica y su sintáctica, la morfología de la escritura y todo eso que me parece bárbaro y que está muy bien, pero que justamente está bien romper espontáneamente como lo hacemos las travas que escribimos. Por lo pronto, ustedes tienen la oportunidad de leer algo inesperado, sobre mundos inesperados y conocimientos que nunca se imaginaron. Aprovechen.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
La habitación sin barrer, de Sharon Olds… sus poemas a la madre: “Era una niña, llegó sin haber lastimado a nadie./ Se había formado en la oscuridad, dentro de su madre, en/ el líquido que su madre no había tocado nunca/ y con el que su madre poco tenía que ver. Se formó en la palidez,/ la forma de lo que serían sus pechos”.
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