A casi 20 años de su aparición, Miss Tacuarembó acaba de ser reeditada (una vez más). Es una novela provocadora y un poco heredera del espíritu Puig, y fue la presentación como escritor de Dani Umpi, una rara avis tacuaremboense y un campeón de la cultura pop.
“Miss Tacuarembó está inspirada en un lugar por donde yo pasaba para ir al secundario”, me dice Umpi en esta entrevista, “que es una plaza que tiene un globo terráqueo gigante”.
Plus: te cuento algo más sobre la FED.
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En 2004, Dani Umpi publicó con Interzona la novela Miss Tacuarembó. No fue su debut literario (ya había publicado Aún soltera con Eloísa Cartonera en 2003), pero fue la novela que lo presentó como escritor y un hit que le abrió el camino a otros nueve libros entre los que hay novelas, literatura infantil y poesía.
Por entonces Umpi era una desenfadada estrella queer del underground llegada a Buenos Aires desde Uruguay, que también cantaba y pintaba, y que tenía 30 años. Integraba un colectivo cultural llamado Movimiento Sexy —que presentó una instalación en el Centro Cultural Recoleta para celebrarle el cumpleaños a Natalia Oreiro— y traía un disco, North, de canciones de Jaime Roos traducidas irreverentemente al inglés. Compartía fechas con Miranda!, Sergio Pángaro, Jaime Sin Tierra y Fantasmagoria, y declaraba ante el suplemento Radar: “Soy un niño en su fiesta de fin de curso”.
Fast forward al presente. Ahora Miss Tacuarembó es reeditada por Blatt & Ríos.
“Esa novela tiene como vida propia”, me dice Dani Umpi en una entrevista antes de su paso por el Festival Internacional de Literatura de Tucumán. En su versión adulta, él sigue siendo un artista pop completo pero ya no tiene rastas y usa anteojos grandes y redondos. “A Miss Tacuarembó le ha ocurrido de todo: tiene varias ediciones, el año pasado fui a presentarla a España, salió en editoriales independientes, salió en Planeta, se hizo una película…”.
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Miss Tacuarembó es la historia de Natalia, una chica que sueña con escapar del sopor tacuaremboense y de su madre. Se muda a Montevideo y cuando cree haberse librado para siempre de su pasado, toda esa fauna reaparece. El libro muestra las telenovelas, las coreografías de Flashdance, los walkie-talkies, la New Age, las raves, los CDs; el mundo tal como lo conocimos un minuto antes de internet.
Umpi ya tenía la idea de la trama cuando estaba en el colegio secundario en Tacuarembó, esa ciudad cercana a Brasil donde él nació. “Está inspirada en un lugar por donde yo pasaba”, dice, “que es una plaza que tiene un globo terráqueo gigante. Y ahí empecé a imaginarme la historia, y después la empecé a escribir de una manera superlenta y muy tallerística: pensando la estructura, como un estudiante, pensando qué iba a decir en cada capítulo, siguiendo un método. A veces la leo y quisiera volver a escribir así porque ahora soy muy entreverado. Esa novela tiene una mezcla de frescura con organización que me sorprende”.
Ese chico no cantaba y no era un personaje. Pero era curioso, leía la revista de música Bizz de Brasil, o a Banana Yoshimoto y a Candace Bushnell, y consumía la primera chic lit, se perdía en las enciclopedias de arte y en los libros de idiomas de su abuelo, escuchaba música sertaneja —música gaúcha melodramática, de moda en esos años en el norte uruguayo y en todo Brasil—, escuchaba house: estaba totalmente fascinado con ese mundo al que todavía no podía acceder.
Poco después se mudó a Montevideo para estudiar ciencias de la comunicación y empezó a ir a todas las discotecas gays: Spock —que parecía Berlín o Londres porque tenía paredes con peluche y pasaba tecno—, Milenio, Metrópolis, Espejismo, Ibiza, Caín. “Y ahí fue como que agarré toda esa cultura”, me dice.
Con estas influencias en la cabeza y en el cuerpo, a los 20 años terminó de escribir Miss Tacuarembó.
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A Dani Umpi, rara avis tacuaremboense, campeón de la cultura pop —por favor, escuchá su nuevo tema: “La Yuta”—, se lo suele situar como un heredero de Manuel Puig: un telenovelesco narrador oral.
—¿Cómo es tu trabajo artesanal de escritura?
—He tenido varios modos. Con algunos libros he sido muy riguroso, tipo en las mañanas, así escribí Solo te quiero como amigo, fue algo con una rutina armada. Las dos primeras novelas las escribía mientras estudiaba en la facultad, eran dos novelas, digamos, de juventud. Después hice Un poquito tarada, que no fue tan estructurada, y demoraba, demoraba, demoraba… un par de años después me fui 15 días a un campo, me encerré y ahí la terminé. Yo siempre estoy anotando y escribiendo cosas. Tengo varios proyectos, varias carpetas, no sé, como todos los escritores, tengo muchos. Y pruebo varias cosas. Me grabo, hablo con el reconocedor de voz, veo videos y anoto o pongo el personaje hablando sobre esos videos. Estoy todo el tiempo recortando cosas y todo lo que veo, lo escribo: soy de agarrar frases de todos lados, de cualquier cosa, es una dinámica parecida a la del collage porque de ahí saco después las ideas.
—Eso suena un poco a escribir diarios…
—He tenido diarios, pero en realidad son maneras de ordenar cosas que voy escuchando. Después siempre se va en el cuento.
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En una época, Dani Umpi creía que hacer novelas bajo la marca “literatura LGBTIQ+” era una manera de encasillarse. “Pero después eso me pareció muy desagradecido porque si no fuera por esa visión, mi obra no se difundiría”, me dice.
“Es gracias a ese corte, a esa curaduría, que de alguna manera los libros siguen publicándose. La visión hacia mí desde la literatura es bastante reciente. Creo que primero hubo un interés por parte de esa curaduría, que a la vez es lógico porque yo formo parte del colectivo y me interesa, pero claro, prefiero cuando alguien del colectivo encuentra una voz y puede salir”.
“Me interesaría que vayan para otros lados y que se dé una inserción de la comunidad LGBT y la disidencia en otros campos de literatura, que no estemos solo en un estante, sino que estemos escribiendo cualquier cosa. Está perfecto que hablemos de nuestras vidas y de lo que pensamos y lo que hemos aprendido, pero también podemos hacer otras cosas”.
A la vez, piensa que es necesaria una escritura panfletaria para cambiar algunas cosas: “Se le debe mucho a esos libros de lo queer, porque además de vender libros, de ahí salen escritores con otros intereses, y a la vez es un fenómeno que está ocurriendo, entonces no hay que ocultarlo”.
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Entre paréntesis, ahora mismo me estoy preguntando qué opinará Dani Umpi de esto que leí ayer: la Nonbinarian Book Bike, una biblioteca móvil de tres ruedas que reparte literatura queer y trans en Brooklyn.
“La creciente legislación anti-trans en todo el país y las prohibiciones regionales de libros queer crearon esto, que era una necesidad urgente”, le dijo K. Kerimian —fundador del proyecto— a The Washington Post. Los libros son donados por autores, editores, publicistas, agentes y otras personas en la industria del libro: The Death of Vivek Oji, In the Dream House, Bad Gays, etcétera.
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—Sigamos con la entrevista… Sos un autor indie, pero tenés un agente muy mainstream: Guillermo Schavelzon. ¿Cómo te llevas con él?
—Creo que nunca puedo cumplir sus expectativas, que es algo que a mí me encantaría, pero… No sé, no creo que pueda ser un escritor full-time o algo así. Tengo un ritmo muy lento. Me llevo bien con las editoriales como Planeta, pero a veces prefiero publicar en editoriales chicas porque siguen estando presentes los libros [después del lanzamiento] o hacen una continuidad. Pero yo soy malo negociando, entonces siempre dependo de un agente, un galerista, un manager…
Hace poco, Dani Umpi escuchó una entrevista en la que Iosi Havilio contó que tenía una novela que nunca terminaba, que era enorme e inmanejable. Pero que ahí se desprendían algunas piezas. Y eso es exactamente lo que le pasa a Umpi.
“Empecé un texto muy ambicioso y nuevo para mí”, dice, “porque incluía fantasía o cosas muy delirantes, sin planificación, y lo empecé por las ramas: yo siempre me voy por las ramas y después recorto, pero en este me fasciné mucho y quedó un mamotreto. Nunca me convenció del todo y nunca pude encontrar la forma, pero de ahí se han desprendido cuentos o yo que sé, es algo que está fermentando, es eso”.
Y así vendrán, supongo, más y más historias, y así las esperaremos.
👉 También en SIE7E PÁRRAFOS:
Schavelzon: “Un autor puede hacer carrera sin agente, pero no le conviene”. Leelo acá.
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Otro tema: se viene la FED. Es los días 3, 4, 5 y 6 de agosto en C Complejo Art Media, Corrientes 6271. En la newsletter de hace dos semanas te conté que en la entrada de la Feria todo el mundo obtendrá un libro de regalo (hasta agotar los 9.000 ejemplares). Tema: la traición. Editado por Godot.
Es una antología con textos de Nicolás Artusi, Luis Chitarroni, María Sonia Cristoff, Camila Fabbri, Betina González, Violeta Gorodischer, Luis Gusmán, Carla Maliandi, Edgardo Scott, Damián Tabarovsky, Soledad Urquia… y de quien les habla.
Et voilà! Esta es la portada final y ojalá puedas hacerte con el tuyo:
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Javier