Hernán Díaz, que viene de ganar el premio Pulitzer por su novela Fortuna, dio una conferencia vía Zoom. Habló de los grandes temas de ese libro (el capital, el rol de las mujeres, los magnates sin sueños) y respondió varias preguntas. Allí estuve.

Cuando le pregunté cuánto de su literatura se la debe a lo que aprendió en la Facultad de Letras, en Puán, me respondió: “Mi escritura trata de explorar otra velocidad, que no le teme, espero, a cierta densidad del lenguaje. Y es también una invitación más amable a los lectores y lectoras a bajar cambio y a leer con otro pulso”.

Plus: ya llega la FED… Y trae un gran libro de regalo con historias y ensayos acerca de la traición.

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“El proyecto nació como una novela acerca del dinero”, dice Hernán Díaz sobre Fortuna, “acerca de esa disonancia que imaginé entre un acceso a todas las experiencias, a todos los bienes, a personas, a situaciones, por un lado, y por otro lado, un aislamiento, un confinamiento, una suerte de paranoia. Es esta especie de desconexión entre acceso total y soledad radical”.

Es un jueves al mediodía en el mundo inmaterial de Zoom (todas las imágenes de esta entrada son capturas de pantalla) y Hernán Díaz anima un encuentro con una veintena de periodistas latinoamericanos dispuestos a oírlo todo acerca de Fortuna, la novela sobre magnates y acumulación con la que Díaz —que es argentino pero que escribe en inglés— acaba de dar el batacazo de su vida y ganar el premio Pulitzer (con su primera novela, A lo lejos, había sido finalista del Pulitzer en 2018).

Por lo que podemos ver a través de la pantalla, este escritor es un hombre agradable y empático, cero snob, de pensamientos complejos, quizá un poco obsesivo. Es un escritor muy particular.

Nació en Argentina en 1973, pero sus padres se exiliaron en Suecia cuando él tenía dos años. Su madre era psicoanalista y su padre fotógrafo, cineasta y miembro de un grupo trotskista. Y tenían una librería donde vendían material censurado.

Según leo en Vanity Fair, Díaz pasó sus primeros años en Suecia hasta que su familia regresó, pero él sintió un llamado internacional. “En algún momento de mi vida tomé la decisión de que quería vivir en inglés”, dijo. Y de hecho solo escribe ficción en inglés.

Luego de un trabajo de pregrado en Argentina, se mudó a Londres y en 1999, a Brooklyn. Viviendo en una fábrica semiabandonada en Williamsburg, tomó seminarios con Jacques Derrida en la Universidad de Nueva York y terminó haciendo una carrera académica en Columbia, donde todavía edita la Revista Hispánica Moderna.

Pero lo que Vanity Fair no cuenta es que Diaz también pasó por las aulas de la facultad de Filosofía y Letras: Puán.

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—¿Cuánto de tu literatura se lo debés a lo que aprendiste en la Facultad de Letras, en Puán? —le pregunté cuando llegó mi turno.
H. Díaz
:—¿Fuiste a Puan, Javier? Todos fuimos a Puan, qué maravilla. Y creo que es una especie de visión del mundo, ¿no? Cuando uno dice Puan, es una especie de sinopsis de cierta formación y de ciertas redes de influencia. Sí, en Puan tuve la fortuna de dar clases en la cátedra de Jorge Panessi y pensé que ese iba a ser mi destino, que iba a ser alguien que se dedicaba a la teoría literaria. Creo que mis influencias en ese sentido tenían que ver con el canon de la deconstrucción que empieza con Derrida y si vamos para atrás es Heidegger, Nietzsche, los presocráticos… Eso es algo que me interesó mucho.

Díaz continuó: “Es decir que durante un tiempo estas fueron lecturas importantes para mí y creo que también influyeron en el modo en el que pienso en la ficción. Me han dado una especie de lente crítico para leer de un modo tal vez un poco más detenido y creo que como escritor de ficción pasó algo muy raro, porque por un lado cuando estaba en el medio de este mundo de la teoría, obviamente eso viene con cierto tono en la escritura, con cierta sintaxis. Y eso es algo que tuve que desaprender para poder escribir como a mí me interesa escribir ficción, que es de un modo lúcido”.

“Me interesa mucho cierto grado de transparencia sintáctica y me parece que a veces se confunde oscuridad con profundidad. Eso es algo que trato de evitar en mi prosa. Pero también lo que me dio haber escrito en ese tipo de registro es no tenerle miedo a cierta velocidad más densa, más lenta, más ralentada de la escritura que creo que, en general, cierta ficción canónica evita. Está esta noción de que todo debe avanzar de un modo veloz, de un modo parejo. Y creo que en mi escritura trato de explorar esta otra velocidad, que no le teme, espero, a cierta densidad del lenguaje. Y es también una invitación más amable a los lectores y lectoras a bajar cambio y a leer con otro pulso. Creo que eso es algo que me interesa muchísimo y que le debo a las lecturas de esos años”.

Fortuna, de Puán al Pulitzer. El sueño americano 🇺🇸🇺🇸🇺🇸

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[Imagen: @AnagramaEditor]

Fortuna tiene que ver con el dinero —leo en NPR— y, en particular, con la fuerza engañosa del dinero en el mercado de valores y su potencial, como dice un personaje, “para doblar y alinear la realidad” según sus propios propósitos.

Pero esta novela no es sólo eso. También es una muñeca rusa que contiene un relato dentro de otro, de manera sorprendente y un poco borgeana (Díaz escribió un ensayo titulado Borges, Between History and Eternity), y que gira en torno a las versiones respecto de las cuales un magnate de Wall Street llamado Benjamin Rask hizo su dinero.

La sección inicial del libro se narra como una novela en sí misma sobre el ascenso de Benjamin Rask. Pensá en figuras como J.P. Morgan o Charles Schwab, hombres cuyo ADN estaba hecho de hebras de papel billete. Pero Rask es un hombre rico sin apetitos. Está fascinado por una sola cosa: ver al capital como algo vivo.

Fortuna es un puzzle literario y explora los entresijos del capitalismo americano, el poder del dinero, las pasiones y las traiciones que mueven las relaciones personales.

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“Muy rápidamente descubrí para mi sorpresa que en el canon norteamericano, que es con el que más estoy en conversación, en general no había novelas sobre el proceso de acumulación de capital”, contó Díaz en Zoom.

“Hay un montón de novelas sobre epifenómenos que giran en torno al al dinero, pero el proceso mismo de los engranajes mismos de acumulación de capital es algo de lo que no se habla entonces por un lado tenemos esta fuerza que determina casi todas las relaciones sociales, que que establecemos a diario en casi todas las relaciones interpersonales, al mismo tiempo el dinero es un gran tabú es algo de lo que no se habla”.

“Constaté, no puedo decir que me sorprendí, la ausencia, total, total y absoluta de mujeres en estas épicas del capital. Esto pasó a ser un interés central para mí en la novela porque es una es una exclusión absolutamente deliberada. La primera mujer en la Bolsa de Valores de Nueva York fue aceptada en el año 1975, esto me parece que habla muy elocuentemente de lo intencional que ha sido esta esta segregación”.

“Y me interesó mucho también el lugar al que las mujeres habían sido adjudicadas en estas en estas narrativas, que es un lugar en general, bastante servil. La cuestión de la voz pasó a ser muy importante para mí; es decir ¿a quién se le ha dado un megáfono en la historia y quién ha sido amordazado?”

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Fortuna se publica en 25 países, será adaptada a una miniserie de HBO y tendrá a Kate Winslet como una de sus protagonistas. No me pude contener: en Zoom le hice a Díaz la gran pregunta.

—¿Cómo se hace para vivir de la literatura?
H.D.:—Bueno, creo que con Fortuna, parte de lo que quería mostrar es que la disparidad entre el valor financiero y la producción de valor social es absoluta. La gente que más dinero gana, por lo menos en Occidente, supongo que es así en todo el mundo también, es la gente que, en la mayoría de los casos, menos valor social produce, de un modo tangible y mensurable. Mientras que la gente que sí genera un valor social absoluto, un maestro de jardín de infantes o de escuela primaria, un recolector de basura, es gente que no recibe una remuneración comparable a lo que aportan a nuestras vidas. Creo que esto es cierto para los artistas también y creo que es por eso que hasta el día de hoy, siglo XXI, seguimos en muchas partes del mundo, ciertamente en los Estados Unidos, con sistemas más o menos de mecenazgo, yendo de beca en beca, o si no, el camino más evidente que es tener trabajos académicos.

Continuó: “Las dos cosas son ciertas para mí. Yo vivo de mi trabajo académico y cuando tengo suerte de alguna beca que sale. Conozco muy, muy, muy poca gente que solo se dedica a escribir. Muy, muy poca gente. Casi toda la gente que conozco da clases o escribe para diferentes medios, etcétera, etcétera. No tengo la receta mágica, lo siento. Vender libros nunca es un ingreso fijo, ¿no? Es como, tal vez uno tiene una buena racha, pero eso no implica que uno pueda vivir de eso durante años y años y años”.

La verdad nunca es triste… lo que no tiene es remedio.

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Damos vuelta la página. En un mes comienza la Feria de Editores (FED), la feria del libro independiente.

  • Cuándo: jueves 3, viernes 4, sábado 5 y domingo 6 de agosto, de 14 a 22 horas.
  • Dónde: C Complejo Art Media, de Avenida Corrientes 6271, CABA.
  • Entrada: libre y gratuita.

Habrá 300 editoriales (incluidas Ediciones Godot, Sigilo, Ampersand, Caja negra, Entropía, Gourmet Musical, Eterna Cadencia, Mardulce, Pequeño Editor, Libros del Zorro Rojo, Calibroscopio, Blatt & Ríos, Chai, Conejos, El cuenco de plata, Alto Pogo, Corregidor, Marea, Años Luz, Gog & Magog y Siglo XXI) y visitas internacionales: el estadounidense Peter Rock, autor de El ciclo del refugio, reciente novedad de Godot; y la brasileña Djamila Ribeiro, referente de las luchas antirracistas en América Latina. También participarán la editora, poeta y traductora mexicana Isabel Zapata, el chileno Matías Celedón, la mexicana Jazmina Barrera, el cubano Marcial Gala y el venezolano Gabriel Payares.

Y las autoras argentinas Ariana Harwicz, Romina Paula, Alejandra Kamiya y Paula Puebla; y la docente, periodista, y practicante de ceremonia del té Malena Higashi (sobre quien leíste en esta entrega). Además, Martín Kohan, Iosi Havilio, Edgardo Scott, Guido Herzovich, Roque Larraquy y Osvaldo Baigorria.

Entre las actividades locales, Beatriz Sarlo mantendrá un diálogo con Hinde Pomeraniec, y Liniers firmará ejemplares de sus libros.

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En la entrada de la FED, todo el mundo obtendrá un libro de regalo (hasta agotar los 9.000 ejemplares). Tema: la traición. Editado por Godot.

Es una antología con textos de Nicolás Artusi, Luis Chitarroni, María Sonia Cristoff, Camila Fabbri, Betina González, Violeta Gorodischer, Luis Gusmán, Carla Maliandi, Edgardo Scott, Damián Tabarovsky, Soledad Urquia… y de quien les habla.

—¿Por qué un libro? —le pregunté a Víctor Malumian, organizador de la FED y director de Godot.
V.M.:—En ediciones pasadas sentimos que era importante hacer un mapa de todas las librerías que trabajan con las editoriales participantes de la FED. Mapeamos más de 450, ese trabajo se hizo ya actualizó por cuatro años consecutivos. Hoy creemos que lo mejor que podemos hacer es regalar un libro que se va a quedar en las bibliotecas de las personas y le va recordar lo mejor de la edición local. Si la suerte acompaña lo haremos todos los años de forma temática, este primer año le toca a la traición.

—¿Y por qué traición?
—Es un tema que a todas las personas las interpela, de hecho los asuntos de los emails de la convocatoria a escritoras y escritores decían solo esa palabra y creo que nunca me respondieron tan rápido. Tuve a mejor tasa de apertura de mi vida.

Voy a confesar que para mí fue un desafío elegir cómo encarar el texto que Malumian me había pedido. Le respondí que yo me sumaba a la antología, por supuesto, era una oportunidad de lujo. Pero después me quedé pensando (¡y durante varios días!) qué podía decir yo sobre la traición.

Podía contar historias personales pero no me daban muchas ganas… Podía escribir un ensayo sobre traición y crimen, pero ya escribí mucho sobre eso. Podía escribir todo lo que se me ocurriera en torno a la palabra “traición” pero eso no era muy original…

Al final encontré algo que me parecía distinto a todo: la historia de Frederic Luskin, un psicólogo de Stanford. Su mejor amigo lo traicionó un día, hace mucho tiempo, y eso cambió su vida. Después de pasar años victimizándose, desarrolló un método de perdón que lo convirtió en la estrella del tema.

Mi texto se titula “Traición y perdón”… ojalá puedas leerlo y enviarme alguna línea.

Te dejo el primer párrafo:

“‘Yo era un desastre, un verdadero desastre’, dice de sí mismo Frederic Luskin, Ph.D., profesor de Bienestar en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford y Presidente del Departamento de Psicología Clínica en el Instituto de Psicología Transpersonal. Es un hombre de sonrisa frecuente pero breve, mirada fatigada por lo que parece haber visto a lo largo de su carrera, y abundante cabello castaño peinado con una raya al medio. Suele vestir camisas leñadoras, vive en Redwood City, California. Uno no diría que este hombre fue un verdadero desastre, pero uno sí podría decir que aún hay una nube rara en sus ojos. Su mejor amigo lo traicionó un día, hace mucho tiempo, y quizás a eso se deba su expresión anodina.”

¿Más? En la FED.

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Nos vemos por ahí,

Javier