Dos libros recién aparecidos arriesgan nuevas miradas sobre lo oculto. Son La aventura sobrenatural, de Esther Cross y Betina González; y Médium, de Eva Spina, una médium con varios miles de seguidores en Instagram.
Hoy en SIE7E PÁRRAFOS, Spina reseña el libro de Cross y González: “[N]os abre un panorama acreditado a los saberes de una época pasada que aún se conservan en el esoterismo. Y también nos vincula con viejas creencias de una doctrina que evolucionó tanto como nosotros”.
¿Estamos listos para hablar honestamente de fantasmas, sin terminar las conversaciones en risas o en soberbia?
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‘La aventura sobrenatural’: un libro concreto sobre lo inconcreto
por Eva Spina, autora de ‘Médium: Vivir en contacto con el más allá. Una invitación a ejercitar la percepción’.
Como médium y en especial como aprendiz, siento que este libro nos abre un panorama acreditado a los saberes de una época pasada que aún hoy se conservan en el esoterismo. Y también nos vincula con viejas creencias de una doctrina que evolucionó tanto como nosotros.
Imaginemos por un momento que en la ciudad donde vivimos deciden hacer un censo de alucinaciones y que todos somos convocados a responder una sola pregunta: “¿Alguna vez, en plena vigilia, vimos un objeto o un ser vivo, u oímos una voz o sentimos algo que rozara nuestro cuerpo sin que ninguna presencia física justificara esas impresiones?”.
En La aventura sobrenatural, Esther Cross y Betina González nos cuentan que este inventario sobrenatural se realizó en Inglaterra a finales de 1880 y que lo respondieron 17.000 personas de las cuales, una de cada diez, lo hizo de forma afirmativa.
La aventura sobrenatural nos propone un magnífico trabajo de investigación sobre las vidas de distintos personajes comunicados por esta misma pregunta. Un exquisito recorrido a través de la historia de lo extraordinario, que hace foco en detalles casi novelísticos de la vida de distintos poetas, escritores y estudiosos de doctrinas secretas que buscaban dar luz en el campo espiritual en la Europa del siglo XIX.
Mientras lo leía pude conectar con aquellas fábulas fantásticas que tanto disfrutaba en mi infancia, aunque La aventura sobrenatural lo que nos regale sea un relato de magia real. Me gusta pensarlo como un libro concreto sobre lo inconcreto. Ideal para quienes somos amantes del ocultismo o nos gusta investigar lo sobrenatural.
Les aseguro que van a disfrutar tanto de este mix de historias reales que a su vez están pinceladas de extraordinarias proezas espirituales que nos acercan a una comprensión no sólo de las vidas de estos personajes y sus creencias sino también de nuestra propia espiritualidad.
Es un libro para almas fuertes que se animan a preguntar en la certeza de que en cada duda se abre una puerta. Al final creo que como bien relatan las autoras, hace milenios que la poesía es amiga de la magia, pero ahora también la ciencia le abre la puerta al misterio.
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Hey. Acá Javier, de vuelta en el teclado.
Entre 1880 y la Primera Guerra Mundial se dio una confluencia de ciencia, espiritismo, ocultismo y magia. En toda Europa, se experimentaba y se estudian los fenómenos metafísicos.
- La aventura sobrenatural: Historias reales de apariciones, literatura y ocultismo, de Betina González y Esther Cross (publicado por Seix Barral), se mete en esa época, cuenta historias un poco escalofriantes y a veces un poco freaks de Oscar Wilde, William B. Yeats, Aleister Crowley, Robert L. Stevenson, Sigmund Freud y otros exploradores de lo oculto, y retrata una forma de pensar la vida y la muerte.
Para recolectar las historias de su libro, las dos autoras (consagradas y experimentadas) leyeron las obras completas de los protagonistas, cartas y artículos académicos, biografías, diarios íntimos, primeras ediciones, facsímiles de cuentas de bares y tintorerías, postales, notas escritas en papeles con membretes de hotel y revistas olvidadas del simbolismo.
Algunos de esos documentos surgieron de los sótanos de anticuarios en París, otros después de largas búsquedas en la Biblioteca Pública de Nueva York. La mayoría implicó horas y horas de lectura (y, a veces, de traducción) de archivos digitalizados por universidades.
👻 El resultado es un libro que camina en la tangente del horror pero que no tiene nada que ver con las autoras hoy más conocidas del género (Mariana Enríquez, Marina Yuszczuk); un libro argentino con una mirada seria y original sobre algunos sucesos victorianos; un libro, al fin, que parecía imposible y que acaba de llegar.
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Ya en este párrafo, hagamos una pausa para aclarar algo. Empiezo con una cita:
“Dicen que a veces los chicos ven fantasmas, pero yo no podía creer que ahora mi hijo estuviera viendo a su bisabuela o a su tía abuela recién fallecidas. El día anterior, cuando el adiós a su bisabuela, mi hijo se había quedado toda la tarde en la casa de mi madre. ‘Estuvo mirando al vacío, sentado al borde de la cama un rato largo’, me dijo mi madre”.
Eso que leíste es parte de esta crónica que escribí sobre mi hijo y sobre los niños que dicen ver fantasmas. Son experiencias bastante repetidas y nunca explicadas del todo: medio centenar de personas me respondieron en Twitter cuando planteé el asunto.
Un libro que leí para esa historia (Kids Who See Ghosts: How to Guide Them Through Fear, de Caron B. Goode) resumía el problema así: “No tienes que creer en fantasmas, pero cree en tu hijo”.
Mi hijo tuvo pocos “trances” y después la vida volvió a ser la de siempre, pero a partir de ese momento el tema de los espíritus me empezó a interesar muchísimo.
- Desde ese lugar escribo hoy esta newsletter. Y me pregunto, por un lado, si la ciencia ha abandonado su misión en estas cuestiones y, por otro, si podemos hablar honestamente de fantasmas, sin terminar las conversaciones en risas o en soberbia.
👻 “Yo creo que para la ciencia cambió el modo de formular las preguntas, pero no el interés en contestarlas”, me dice Betina González —una de las autoras de La aventura sobrenatural— cuando, intrigado por todo lo que hay en su libro, le hago algunas preguntas a ella y a Esther Cross.
“Hasta Einstein asistió a una seánce en 1931 para ver qué onda”, continúa. “Además, muchos de estos fenómenos son fenómenos de la mente: la telepatía, la premonición… y ¿quién dice que el inconsciente ha sido totalmente mapeado? Hay físicos estudiando fenómenos de sugestión y precognición o ‘cogniciones anómalas’ que antes entraban en lo paranormal”.
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En realidad, tengo otra pregunta previa a todo esto: ¿qué es ser médium?
“Ser médium es una conexión psíquica que nos permite traducir información entre el mundo material y el mundo espiritual”, escribe Eva Spina en Médium: Vivir en contacto con el más allá. Una invitación a ejercitar la percepción (su primer libro, recién publicado por Grijalbo).
Ella es una médium muy conocida en Instagram (donde tiene más de 75k de seguidores), con una sonrisa permanente y cierta onda pop. Justo lo que uno no imaginaría en una persona dedicada al contacto con el Más Allá. Pero parece que ahora los médiums son así…
- Spina nació en la provincia de Santa Fe y desde muy chica tuvo visiones, premoniciones y una empatía psíquica desarrollada. En esos años leía a Elsa Bornemann con mucha atención; luego vinieron los libros de Allan Kardec (el padre del espiritismo), El libro tibetano de la vida y la muerte y Manos que curan, de Barbara Ann Brennan.
Con el tiempo, cuenta en su propio libro, Spina aprendió a ver y sentir las almas de las “personas trascendidas”, y a conectar con espíritus. Pero su gran transformación llegó cuando aceptó quién era ella misma, le encontró un sentido a todo lo que le pasaba y pudo “mirar la energía de la muerte desde un nuevo lugar”.
En Médium —su libro— discute sobre premoniciones, rituales, sexto sentido, instinto, poltergeists, astros, almas perdidas, lecturas psíquicas… incluso sobre el juego de la copa. Y por supuesto, sobre el don de ser médium.
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Me dice Eva Spina: “Yo pensé que iba a guardar silencio sobre mi capacidad de médium, pero comunicarla y plantearla empezó hace tiempo en distintos espacios. La propuesta del libro fue de la editorial, pero es real que yo lo había empezado a escribir antes porque los espíritus me habían dicho que había que escribir esto. Lo que a mí me movió a escribirlo y a compartir lo que aprendí, es que si yo hubiese tenido un libro así, quizás mi proceso hubiese sido más fácil”.
—¿Cuál es la diferencia entre ser médium hoy y serlo en la época de La aventura sobrenatural?
—Hay una diferencia notable. En principio, ya no habita la censura que sí habitaba en esos tiempos, aunque sigue habiendo un juicio externo o consideraciones cerradas a estos saberes. Siempre va a haber alguien que relacione la mediumnidad con viejas creencias como lo demoníaco, lo extraño, lo paranormal. Yo intento transmitir que la mediumnidad es algo mucho más humano de lo que pensamos, y que es recordar que la vida y la muerte son una misma dimensión.
Y algo más: “La mediumnidad surge a través de las mesas giratorias, surge con espíritus que se manifestaban en formas ectoplasmáticas… Y hoy ya no necesitamos eso para creer. A través de la información constatable, de la descripción de los rasgos, de cómo fue una persona en vida, de las emociones, o lo que pensaba, o incluso frases y elementos que el espíritu comunica en el momento de la sesión, la persona [que consulta] ya no tiene que ver para creer, sino que tiene que sentir para poder corroborar que realmente está teniendo un contacto con el Más Allá”.
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OK. Ahora volvamos a La aventura sobrenatural. Es un libro que viaja más de cien años atrás para que no olvidemos que algunos excéntricos intentos por responder a la pregunta por el final de la vida son relevantes aún hoy. O, bueno, podrían llegar a serlo… Porque, ¿qué duda cabe?, esa es la pregunta.
“Desde 2013 [Cross y yo] veníamos intercambiando correos con lecturas, hallazgos del mundo de lo bizarro, los espíritus, los otros planos”, me cuenta González. “Decíamos que debíamos escribir algo juntas y eso pasó en 2020, un poco antes de la cuarentena. Cuando se decretó el aislamiento ya habíamos empezado a leer en torno a esta época, y al estar encerradas ya nos lanzamos a escribir y a leer en simultáneo. A mí, La aventura sobrenatural me salvó de muchas tristezas ese año: le dio sentido a escribir el hecho de que fuera compartido. Encontré un consuelo impensado en esas vidas del siglo XIX, reafirmé convicciones”.
“Cuando empezamos a escribir”, agrega Cross, “descubrimos que no sólo compartíamos un tema en común. El punto de vista estaba cantado, solo teníamos que ver cómo empezar. Creo que en todos esos intercambios previos se había ido afilando, sin que nos diéramos cuenta, el libro que íbamos a escribir. Desde el principio, mucho antes de empezar, había sido llamativo que nos interesara lo mismo. No me refiero al ocultismo, o al ocultismo y la literatura, o a las historias de magos, sino a la manera de enfocar esos temas, esas vidas”.
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—El título del libro es La aventura sobrenatural. ¿Fue todo lo acontecido en esa época una aventura?
—B. González: Bueno, hay una frase recurrente en la época, la repiten estos personajes ocultistas y creyentes una y otra vez: que la muerte es la última aventura. Más allá de eso, yo creo que sí, que todo lo acontecido en esos años era una aventura. Es una época de riesgo y curiosidad. A diferencia de hoy, que todo es miedo, conformismo y cero riesgo.
—E. Cross: En las cartas y las obras de estas personas, la curiosidad surge como una fuerza que rompe lazos con lo impuesto. El naturalista Selous sale a observar animales con sus propios ojos porque descubre que los tratados están llenos de prejuicios. Freud reacciona de manera magistral frente a las lecturas limitadas de la medicina. El periodista Stead le dice a los lectores que no le tengan miedo a la telepatía y la comunicación con el Más Allá. Cada uno de ellos convierte su propia vida en un experimento. Lo impresionante es la suma de todas estas inquietudes a la vez.
—Última pregunta. ¿Cuánto de verdad hay en las historias? ¿Qué creen ustedes?
—B. González: La verdad de la experiencia de cada una de estas personas que dio su testimonio. Soy muy respetuosa con eso. Sobre todo cuando ves la coherencia que les dio a esas vidas y a esas obras, como en el caso de Yeats.
—E. Cross: En otro plano, notamos que esta curiosidad por lo sobrenatural formó una especie de “espíritu de la época”. Y ese espíritu impregnaba la vida diaria y se usaba para interpretar los acontecimientos.
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Javier