La creadora de la tipografía Montserrat —una de las cinco más descargadas en Google Fonts a nivel mundial—, causó revuelo en el mundillo del diseño hace poco: su fuente fue elegida para los nuevos billetes de 2.000 pesos. En esta entrevista hablo con ella sobre tipografías, portadas, libros y más.

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Hace unos meses, en SIE7E PÁRRAFOS hablábamos de Borges babilónico, una enciclopedia de más de 600 páginas, con 1.220 entradas. El libro está cuidadosamente diseñado, con fotos muy bien colocadas y texto a dos colores, rojo y negro. En la portada: una enorme letra B. Es un libro maravilloso, pero ¿alguna vez nos preguntamos por qué los libros maravillosos son realmente maravillosos? ¿Cuál es la ingeniería oculta que los hace verse tan bien?

“No podría decir que para diseñar un libro hay buenas tipografías y malas tipografías”, me explica la diseñadora y tipógrafa Julieta Ulanovsky, que estuvo a cargo de las formas de Borges babilónico (junto a su socia Valeria Dulitzky, con quien dirige el estudio de diseño Zkysky, dedicado a la identidad editorial).

“Pero una tipografía no alcanza. Hay que tener un buen diseño para que la letra funcione, para que se luzca, para que ni siquiera la notes. El éxito es que no te des cuenta de nada, que estés leyendo y que la estés pasando bien, ¿no?”

  • La calidad de Borges babilónico no es azarosa. Es usual que Julieta Ulanovsky —hija de dos periodistas ineludibles: Carlos Ulanovsky y Cecilia Absatz— haga cosas originales, atractivas y vibrantes.

(Como SIE7E PÁRRAFOS… el diseño de la newsletter es un trabajo de Zkysky ☺)

(Y también el de mi libro La caja de letras.)

Lo que no fue nada usual para Julieta Ulanovsky es que una fuente de descarga gratuita que ella creó, fuera elegida para los nuevos billetes argentinos de 2.000 pesos y para la serie de billetes “Heroínas y héroes de la Patria”. Esa tipografía se llama Montserrat. Quizás leíste algo en Twitter.

  • Montserrat —de Google Fonts— es probablemente el éxito más grande de Ulanovsky, que no hace mucho fue parte del Jurado de Notables para la selección de la Marca País de la Argentina, y que con ZkySky recibió en 2022 el Diploma al Mérito de Konex, lo que lo convierte en uno de los cinco mejores estudios de diseño de la década.

Sin embargo, todo eso parece pequeño al lado de lo que ocurrió, por ejemplo, la semana pasada: Montserrat fue usada 9,59 mil millones de veces. No es que haya sido una semana especial… es simplemente el reporte semanal de Google. Montserrat es una de las fuentes más amadas entre las 1.562 de Google Fonts y es la tipografía de 15 millones de websites.

La cuestión es por qué leemos como leemos: mucho, poco, bien o mal depende a veces de lo que vemos en una página. De las letras, ese ground zero.

—¿En qué medida la tipografía es importante en un libro? —le pregunto a Ulanovsky.
—Los libros son una ecuación. O sea, la tipografía es importante, es muy importante, pero son una ecuación: qué tipografía, en qué tamaño, cómo está ubicada en la hoja, qué márgenes tiene… No por tener una letra genial vas a tener una buena puesta en página. Un buen interior de libros está compuesto por varias cuestiones.

Julieta Ulanovsky publicó además su primer libro como autora en 2005: El libro de los colectivos. Después vinieron Divino Barolo, Divino Salvo y Extraordinario Planetario. (Todos los firmó junto a Dulitzky).

Hablemos de libros y de tipografías, entonces.

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Las tipografías de los libros siempre están un poco marcadas por la época. En los libros viejos, Ulanovsky ve letras más pequeñas que las actuales. “Pero muchas veces vemos diseños editoriales muy, muy cuidados”, dice, “con unas cajas tipográficas muy agradables, con cuidado en sus márgenes. Y cuando pensás que eso estuvo compuesto directamente en tipos de metal que golpeaban, no lo podés creer: es una cosa física, muscular”.

—¿Cuáles son tus tapas favoritas en cuanto a la tipografía?
—Hay varias que me gustan mucho. Por ejemplo, las tapas clásicas de Alianza Editorial, que eran de fondo blanco, con un objeto y la tipografía 👆🏼 Más acá en el tiempo, por ejemplo, me gusta una editorial que se llama Gris Tormenta, que tiene un cuidado tipográfico impresionante 👇🏼 Tienen una colección que se llama Editor. Son libros donde también de nuevo hay una ecuación, son libros cortitos y tienen una letra que me gusta.

—¿Qué es lo que funciona en ambos casos?
—Se ve que la tipografía fue muy probada y que encontró un lugar. Que no podría estar en otro lado y no podría tener otro tamaño, y ese color es el color que va.

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La colección de Cuadernos de Anagrama es el tercer ejemplo. “Diseños simples, tipográficos… difíciles de hacer”, dice Ulanovsky. “Para que eso tenga fuerza y belleza, tenga esa tipografía y no otra, y ese tamaño y no otro, y esos colores y no otros, hay también ecuaciones. Son libros muy angostos, entonces no es solo la tipografía lo que importa: es también el formato, es el color, es la diagramación del interior. Y cómo eso convive con las otras cosas de Anagrama, que ya son un clásico. Cómo hacen para decir: ‘Nosotros somos una colección nueva de Anagrama, que a su vez tiene un estilo propio para hacer sus tapas’”.

También menciona las “ecuaciones” de Ripio, que publica ensayos 👆🏼 “Tienen unas tapas abstractas, con una especie de pincelada. Usan una tipografía un poquito rara, y con estos dibujos evocan la idea de que estás hablando de ideas, de pensamiento contemporáneo. Yo leo todo eso al ver esa tapa, aunque no lea exactamente de qué trata ese ejemplar”.

Y la colección de no ficción Vinilo: “Son libros chiquitos, muy lindos para regalar. Pertenecen a la no ficción, que es un género que está en un montón de editoriales y está desplegado de maneras muy diversas: Vinilo encontró un formato propio súper interesante” 👆🏼

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—¿Cuándo hay que hacer una tapa tipográfica y cuándo no?
—Es al revés. Tenés que ver un poco cuál es tu contenido y de nuevo hay una ecuación. A la hora de diseñar una tapa vos estás con más gente, con un autor y con un editor, y a veces la colección está dada y es tipográfica, entonces no tenés mucho que hacer. O puede pasar otra cosa, como que tengas que hacer un libro que no pertenece a ninguna colección, y tenés un material de imagen que evaluás… La respuesta a tu pregunta depende de: con qué cuento y cuáles son mis límites.

  • “La tipografía es un vehículo cultural”, me dice Ulanovsky. “Cuando vas a una librería y te acercás a las distintas mesas, hay ondas distintas. Los libros históricos con fotos blanco y negro, los de cocina, los de autoayuda empresarial, los de autoayuda clásicos, los de chicos… El diseño se maneja mucho en código: cómo entendés un montón de cosas que no son necesariamente lo que está escrito. En ese sentido, la tipografía juega mucho”.

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Post-data para nerds tipográficos: Montserrat y el paradigma de los tiempos de progreso.

“En el sur de Buenos Aires había unos carteles que me gustaban mucho y fui a ver qué eran”, sigue Ulanovsky. “Entonces me di cuenta de que, por un lado, compartían época: pertenecían al principio del siglo XX. Y otra cosa que compartían era determinados mensajes que aludían a cuestiones de progreso”.

El cartel de los ferrocarriles Urquiza tenía cosas en común con el del Mercado del Progreso en Caballito, con el del Cine Gaumont y con el del Hogar Obrero en Colegiales. “Esos letreros empezaban a hablar de que la ciudad era un nuevo escenario, donde estaban pasando cosas nuevas”, sigue Ulanovsky.

“Me atrajo llevar todo eso al mundo digital. Tomé letras que me permitían basarme en ellas para construir estas nuevas letras de lo que sería Montserrat. Hay letras que permiten cierto juego y es en esas letras donde podés llegar a construir la identidad de una familia tipográfica: la G, la J, la Q, la Z… Empezás a mano, bocetando, y después pasás a la computadora y a programas específicos de diseño de tipografía”.

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Otro tema. En 1973, el DJ adolescente Kool Herc pinchaba en una fiesta para su hermana Cindy en el Bronx, y un amigo, Coke La Rock, habló por un micrófono que el DJ había dejado sobre la mesa. Fue el primer jam de rap…

… y así el hip-hop cumplió 50 años el 11 de agosto pasado.

Algo muy bueno salió en The New York Times, donde el crítico cultural Wesley Morris escribió:

He aquí por qué es importante el paso de estas décadas: el hip-hop, bebé de la familia musical estadounidense, ha sido durante 50 años una categoría controvertida, inestable porque sigue siendo inquietante, de alguna manera no reconocida a pesar de su centralidad para las multitudes. […] Aquí tienes música que puedes escuchar mientras cenas en un lugar donde los únicos negros eres tú y la banda sonora del comedor.

[…] El hip-hop no espera la salvación. Una realidad alternativa impulsa a sus artesanos. Quizás nadie quiera que tengamos éxito. Así que nos libraremos nosotros mismos. Construyamos un imperio a partir de eso.

Sale los martes

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Javier