¡Hola amigos! Bienvenidos nuevamente a SIE7E PÁRRAFOS, nuestro encuentro semanal de libros. Hoy vamos a hablar de los libros de ficción versus los de autoficción, si es que existe tal duelo. ¿Cuál prefieren?
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Del yo al yo, yo. Hace años que el 80% de mis lecturas son de la famosa “Literatura del yo”. ¿Soy víctima de la moda o cada vez es más difícil encontrar ficción pura? Otra opción es pensar que la literatura siempre fue así y ahora la encasillamos, o que leemos todo como autoficción. A mí me pasa que los libros autobiográficos levan en mi cabeza en forma de diálogo imaginario, la ficción en cambio me dispara pensamientos que pocas veces entran en conversación con la historia. En fin, desde Rousseau a Paul De Man pasando por Barthes, todos reflexionan sobre el tema.
- Como sea, para no aburrirlos con citas e historia sobre memoires, la cosa es que cuando doy con un texto de ficción, freno y me detengo a disfrutar de algo diferente. No es que no me guste lo otro, de hecho acabo de terminar dos muy buenos: Las chicas no lloran de Olivia Gallo (Tenemos las máquinas) y Ocho de Amy Fusselman (Chai) mientras transito con mucho gusto El club de los mentirosos de Marry Karr (Periférica). Los tres híper recomendables.
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De regreso a la ficción. Leí hace poco Malena, de Edgardo Holzman (Sigilo), y me impactó especialmente. Iba a decir “me mató”, pero como la historia ocurre durante la última dictadura argentina, mejor moderarme y dejar esa contundencia al libro. Es una primera novela de un autor de 65 años que vive hace muchos años en EEUU, de hecho fue escrita en inglés. Será su edad o la distancia con el español que la la hace como una novela de las de antes.
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Elogio de lo de-modé. Lo digo como elogio. Leerlo fue salir del discurso juvenil por un rato para leer expresiones, adjetivos y recursos pasados de moda. Entré atraída por su estilo y por su historia. Y eso que la dictadura como tema literario ya me cansó, pero Holzman consigue meterte en la máquina del tiempo. Leí los acontecimientos con escalofríos, como si no conociera los hechos. El autor consigue horrorizar y sorprender. No revela nada que no sepamos, pero la magia de su escritura nos transforma en lectores ingenuos. Cuando casi todos nosotros pensamos que ya nada más podían contarnos al respecto, apareció Malena.
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Leemos que las librerías están en baja. Leemos que ya nadie busca un libro sino que lo compra en Amazon. Leemos que el apocalipsis llegó, está por llegar o llegará. Sin embargo, nos viene a bien que en cambio leamos como este empresario británico, James Daunt, que está reinventando las librerías. La nota es esta y cuenta que el plant del hombre es convertir las meras librerías en lugares donde nos tome la experiencia. Es algo que Argentina ya viene pasando, pero acá tenemos un reflejo de que no es solamente una variación local del mercado.
Y aquí, los libros de no ficción de la semana:
Una historia sencilla, de Leila Guerriero, comentado por Federico Lorenz. “Una historia sencilla es una crónica a través de la cual conoceremos la vida y trabajos de Rodolfo González Alcántara, Campeón de Malambo 2012 consagrado en el Festival Nacional de Malambo Laborde. Guerriero reconstruye cómo un pueblo ignoto de la provincia de Córdoba se transforma en el epicentro de una gesta: hombres comunes, sometidos a exigencias que nada tienen que envidiarle a las delos atletas de alto rendimiento, se juegan en una noche los sacrificios de un año de una gloria que alcanza ribetes legendarios en el mundo del folklore. A partir de consagrarse, no podrán competir nunca más, en un acuerdo tácito entre campeones. El libro, entonces, es una descripción densa del mundo del malambo, de sus características, de sus exigencias, y de los valores asociados a él, lo que en alguna medida es preguntarse también por cuestiones consideras “esenciales” de la identidad nacional”. Aquí, el comentario completo.
En otras palabras, de Carlos Ulanovsky, comentado por Iván Schuliaquer. “Carlos Ulanovsky pasa la posta. Un protagonista del periodismo del último medio siglo hizo un libro que es un legado. Sin embargo, en lugar de sentenciar en primera persona qué pasa con el oficio al que dedicó su vida, fue y entrevistó a 35 periodistas jóvenes sobre su trabajo. Se trata de una generación socializada entre la precarización, la grieta y los medios digitales; lejos de los tiempos del consenso anti-menemista, cuando los periodistas gozaban de un prestigio social que se fue apagando”. Aquí, el comentario completo.
¡Gracias amigos! Nos volvemos a encontrar la próxima semana. Sigan leyendo, comentando y participando de esta fabulosa colonia de la literatura.
Saludos,
Flor.
La entrada Las mil vidas del yo se publicó primero en RED/ACCIÓN.