El icónico mochilero y escritor Juan Pablo Villarino, a.k.a. @acrobatadelcamino, lee y comenta Cartografías imaginarias (siglos XVI-XVIII), un libro de Roger Chartier sobre la cosmovisión reflejada en los mapas de las novelas de hace 500 años.

“Soy un nerd de los mapas y me enamoré al instante de este trabajo académico, que explora la inclusión de mapas en obras de ficción clásicas”, escribe Villarino hoy.

Plus: los mapas conceptuales de Gay Talese que definieron la ingeniería del Nuevo Periodismo americano.

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“La geografía literaria puede tener espacio, o bien el estudio del espacio en la literatura”, escribe Roger Chartier en su nuevo libro, Cartografías imaginarias (siglos XVI-XVIII), publicado aquí por Ampersand. “La primera perspectiva lleva a elaborar los mapas de las ediciones de las obras y sus traducciones; la segunda opta por los lugares de las intrigas y los desplazamientos de los personajes. No se consagra a los espacios de circulación de los libros, sino a la geografía interna de los textos. En ambos casos es posible una cartografía, pero en ambos esta se construye en el presente”.

Roger Chartier es uno de los historiadores más reconocidos del libro, de la lectura y de la cultura escrita. Es profesor del Colegio de Francia y de la Universidad de Pensilvania, y director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales.

“Historiador de la cultura, Roger Chartier es mucho más, es un humanista” escribieron sobre él con motivo de su investidura como doctor honoris causa por la universidad española Carlos III “Humanista pues, en último término, no estudia solo los libros y los textos sino los hombres, las sociedades, las comunidades que los producen o utilizan”. En resumen, Chartier es un peso pesado de la historiografía, muy influenciado por Pierre Bourdieu.

Cartografías imaginarias parte de la noción de que las expediciones y el descubrimiento del Nuevo Mundo hicieron que, entre los siglos XIV y XVII, la inclusión de mapas en las obras de ficción fuera cada vez más habitual.

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Pero en algún momento, mientras leía este libro delicioso con 34 reproducciones de antiguos mapas a color, me di cuenta de que había alguien más indicado que yo para hablar de esto y podía invitarlo a SIE7E PÁRRAFOS: me refiero a Juan Pablo Villarino a.k.a. @acrobatadelcamino, un gran viajero (“el viajero definitivo”, hubiéramos dicho en los tiempos en los que yo trabajaba en Rolling Stone) y un gran amante de los mapas de papel.

Villarino estudiaba Psicología en Mar del Plata cuando decidió largar todo y salir al camino con su mochila. Eso fue hace como 20 años. Desde entonces, recorrió unos cien países, atravesó Sudamérica y África de norte a sur (junto a Laura Lazzarino, @losviajesdenena, quien entonces era su pareja), viajó a las islas Malvinas, dio varias vueltas por Europa, e hizo dedo en Afganistán y en Tibet. Todo eso entre otras cosas, y creo que siempre con un mapa de papel y una libreta en la mochila.

De todos esos viajes publicó cuatro libros:

  • África I: el Tiempo de los Ritos – De Cairo a Somalilandia a dedo
  • Caminos Invisibles – 36.000 km a dedo de Antártida a las Guyanas
  • Vagabundeando en el Eje del Mal – Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán
  • Un Tango en Tíbet

Seguilo en Instagram: ahí postea toda su vida andariega.

Como dato de color, The New York Times lo acompañó en un tramo de su viaje por África y la nota publicada se tituló THE WORLD’S BEST HITCHHIKER ON THE SECRETS OF HIS SUCCESS (“El mejor autostopista del mundo sobre los secretos de su éxito”).

3 [por @acrobatadelcamino]

Soy un nerd de los mapas y me enamoré al instante de este trabajo académico, que explora la inclusión de mapas en obras de ficción clásicas. El fenómeno, influenciado por los nuevos descubrimientos y la era dorada de la exploración marítima de los siglos precedentes, daba cuenta de una incipiente conciencia de globalidad que se distancia del localismo despreocupado de los cronistas medievales, cuyas representaciones mentales acababan en las murallas del feudo.

Roger Chartier hace una arqueología exhaustiva, desde el mapa encargado por la Real Academia Española al cartógrafo real, en 1780, que recogiera las andanzas imaginarias del Quijote para incluirlo en una edición de lujo de la obra de Cervantes, hasta las islas imaginarias situadas por Jonathan Swift cerca del Japón o la Sumatra reales en los mapas de Los viajes de Gulliver (1726) para jugar con la frontera entre la realidad y la fantasía.

Los mapas como dispositivos que acrecentaban el efecto de realidad de obras que, como Utopía (1516) de Tomas Moro, eran mensajes en clave del cambio social, cinco siglos adelantados a su tiempo.

Hay capítulos enteros dedicados a la cartografía de Robinson Crusoe o de Mundus Alter et Idem, obra de un obispo rebelde que sorteaba la prohibición de escribir sobre asuntos mundanos bajo el pseudónimo de Mercurios Britannicus. Más allá de la erudición por la erudición, Cartografías Imaginarias es un portal que permite al lector trasladarse tras las bambalinas del mundo de los mapas, y conocer las intrigas e influencias, los editores y las técnicas de grabado, pero desde una pluma atenta tanto a la historiografía como a la semiótica.

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En una masterclass de tres horas llamada “Descubrí tu ruta” —que causa furor entre mochileros y viajeros creativos—, Villarino dedica un buen rato a explicar por qué los mapas de papel son mejores que Google Maps.

El módulo según el programa de la clase dice:

  • Manejo avanzado de mapas y técnicas de deducción cartográfica. Formatos y tipos de mapa. Escalas. Fabricantes.

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¿Y el presente? En una entrevista de Télam, a Chartier le preguntaron cómo ha evolucionado el uso de representaciones cartográficas en la literatura de ficción desde el siglo XVI hasta la actualidad, con las nuevas tecnologías de mapas digitales y herramientas de representación visual.

Él respondió: “Me parece que los mapas en el El Hobbit o en El señor de los anillos no son muy diferentes de los mapas de la primera modernidad (o del siglo XIX en las obras de Stevenson o Jules Verne). Es con el mundo digital que cambian o pueden cambiar la relación de los autores, editores y lectores con los mapas que proponen la movilidad de la configuración de los espacios, la presencia del ‘lector’ en el territorio de la fábula o interacciones lúdicas entre la obra abierta y sus apropiaciones activas y posiblemente colectivas. Pero dejo a más sabios que yo el análisis de estas mutaciones fundamentales”

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Si me hablan de mapas, yo, que me entretengo mirándolos, ahora quisiera cambiar el eje y te propongo pensar en el gran mapa conceptual que hizo Gay Talese pero ordenar su famosa crónica “Frank Sinatra está resfriado”, de 1966.

Talese es uno de los ídolos del Nuevo Periodismo americano. Escribió sobre Mohamed Ali, las múltiples capas de la ciudad de Nueva York, los mafiosos, la liberación sexual y tanto más. Ahora tiene 91 años, se ve jovial como en la foto y está por publicar un nuevo libro (que yo espero ansioso). El año pasado viajé a Nueva York y pude conocer a Talese: la foto que nos tomaron en el restaurant August está enmarcada en mi casa. Algún día contaré en SIE7E PÁRRAFOS cómo fue ese encuentro.

El tema es que Talese en 1966 estaba recién contratado por la revista Esquire —después de pasar diez años en The New York Times—, y el primer encargo del editor Harold Hayes fue un perfil del ya famoso Frank Sinatra.

Según Open Culture, el trabajo parecía imposible: Sinatra se negaba a ser entrevistado, la investigación era muy demandante y los costos, muy altos. Pero rodeando al cantante y hablando con la gente que lo conocía, Talese escribió uno de los mejores perfiles de celebridades del periodismo moderno.


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En lugar de cuadernos, Talese usó cartulinas para anotar sus observaciones en un mapa conceptual de su crónica. Como le dijo a The Paris Review en 2009, “corté la tabla de la camisa en cuatro partes y corté las esquinas en bordes redondeados, para que pudieran caber en mi bolsillo. También uso tableros completos cuando escribo mis mapas”.

Lo que también es vital para el proceso de Talese es su observación personal. “Lo que estoy haciendo como escritor e investigador siempre se mezcla con lo que siento mientras lo hago”, dijo Talese, “y mantengo un registro de esto. Siempre soy parte de la tarea”.

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Javier