¡Hola amigos! Bienvenidos a una nueva edición de SIE7E PÁRRAFOS, nuestra newsletter para hablar de libros. Hoy vamos a hablar de nuestra querida Feria de Editores, que acaba de terminar.

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Bienvenidos a la FED. La Feria de editores independientes es nuestra isla de la fantasía. Llegás en subte en lugar de hidroavión, es en el Kónex y no en una playa, y no te recibe un tatuador sino Víctor Malumian. Aún así, es un paraíso.

  • Todos estamos al tanto que dentro de la crisis, el sector editorial está especialmente golpeado, o al menos el que yo conozco les aseguro que está hecho flecos. Las editoriales cierran, reducen su producción y personal. En fin, una pálida.
  • Sin embargo, cuando entras a la FED parece que te teletransportaron a Noruega, todo está bien. Por solo tres días (que es lo que dura), pero está todo bien.

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Los números del paraíso que no piensa en los números. Cuento un poco: la FED empezó hace 6 años con 15 editoriales independientes que se juntaron para mostrar lo que hacían y generar un espacio de encuentro entre editores y lectores. La primera fue en la radio La Tribu, la que terminó ayer en el Kónex, que tiene 5200 metros cuadrados. Las editoriales este año fueron 250 y hubo cerca de 14.000 visitantes. 

  • Está muy profesionalizada: editan un catálogo, hacen jornadas antes de la apertura al público para que los editores vendan al exterior los derechos de sus libros, organizan charlas que se llenan y cursos que también.

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Solo literatura. Como si esto fuese poco, no venden libros comerciales o de autoayuda; venden literatura, poesía, ensayo y filosofía. El lugar estaba repleto y costaba avanzar, lo que estaba bueno porque permitía durante el atascamiento escuchar recomendaciones de los que venían en sentido contrario. Por metro caminado te enterabas de al menos dos joyitas imperdibles o te encontrabas a algún editor que te contaba en vivo y en directo todo lo que había tenido que pasar para llegar a ese título que tenías delante.

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A sala llena. En el auditorio, Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowski, moderados por Cecilia Fanti, discutían si el  lenguaje inclusivo era un fenómeno retórico o lingüístico. ¿Un plomo? ¡Para nada! Muchísimos se quedaron afuera sin lugar. Libros divinos, autores contentos, editores vendiendo sin parar. ¿Qué decirles? Un programón, o más que eso, un sueño.

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Mi FED privada. Los que me compré yo: Una vida sin principios de Henry David Thoreau (Ediciones Godot), Los árboles caídos también son el bosque de Alejandra Kamiya (Bajo la luna), Ocho de Amy Fusselman (Chai), Las reuniones de Rosario Bléfari (Rosa iceberg), Las chicas no lloran de Olivia Gallo (Tenemos las máquinas), El nadador en el mar secreto de William Kotzwinkle (China), Las luces de emergencia se encenderán automáticamente de Luisa Geisler (Blatt & Ríos), y Malena de Edgardo Holzman (Sigilo).

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Y aquí, los libros de no ficción de la semana:

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En Venezuela, de Joaquín Sánchez Mariño, comentado por Adriana Amado. “Pocos países del continente tuvieron tanta atención como Venezuela. No hay otro que tuviera tantas notas periodísticas. De pocos tenemos tanta gente a mano para preguntar por lo que leemos por ahí. Sin embargo, no debe de haber otro del que sepamos menos. A diferencia de lo que cualquiera hace con su perplejidad, un día Joaquín largó todo y partió, con más desfachatez que precauciones, a ver en directo. Y ahí fue, compartiendo sus sorpresas primero en sus redes, que siguen ahí para poner imágenes vivas a lo que cuenta el libro. Al final, desde la reflexión que permite una escritura arrancada de un tirón, con el teléfono todavía ardiendo de mensajes de los que fue cruzando en el periplo”. Aquí, el comentario completo.

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El último teorema de Fermat, de Simón Singh, comentado por Diego Golombek. “Aunque no lo parezca ni por su título ni por su temática, esta es definitivamente una novela de aventuras. Sí, de esas de Sandokan al abordaje, de piratas y tesoros enterrados, de Phileas Fogg pensando que llega tarde a su apuesta. Tiene todos los ingredientes: un misterio imposible de desentrañar por más de tres siglos, genios de pelo rebelde encerrados en su ático y llenando pizarrones con cuentas extrañas, duelos a la luz del amanecer, locuras, pasiones, éxitos y fracasos. Tan es así que no se puede dejar de leer, y uno se pasa de la parada de colectivo tratando de seguir la trama que –convengamos – a veces se vuelve un poco complicada para los que somos duros de números aunque, gracias a la maravillosa pluma de Simon Singh, siempre se puede seguir adelante y de una manera muy disfrutable. Pero recordemos el argumento:  a mediados del siglo 17, el matemático (“príncipe de los aficionados”) Pierre de Fermat nos dejó el enigma de que la ecuación xn+yn=zn no tiene solución para n>2.  Mírenla de nuevo: el caso más conocido es el de n=2, que todos tuvimos que aprender a la hora del teorema de Pitágoras (y no digan que lo recuerdan: está escrito a fuego en nuestro cerebro). Pero elevar esos números al cubo o más parece hacer imposible la cuenta. La gracia del asunto es que Fermat dejó anotado a mano en el margen de un libro que tenía una maravillosa solución al enigma pero que no le alcanzaba ese espacio para anotarla”. Aquí, el comentario completo.

¡Gracias amigos! Espero les haya gustado el envío de hoy. Seguimos conversando sobre libros la próxima semana. ¡Mándenme sus comentarios!

Un fuerte abrazo,

Flor.

La entrada Qué es la FED, la cara más agradable de la industria se publicó primero en RED/ACCIÓN.