“La gente necesita un lugar seguro para explorar sus preocupaciones apocalípticas”, decía Max Brooks. Ahora un nuevo libro se pregunta, entre muchas cosas, con qué armas y argucias se puede combatir una invasion zombi.
Plus: en 1997 Mike Tyson también fue un zombi.
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El 28 de junio de 1997, hace exactamente hoy 25 años, ocurrió uno de los momentos más extraños en la historia del boxeo: de un mordiscazo Mike Tyson le arrancó a Evander Holyfield una parte la oreja. Fue en el tercer round de una pelea de revancha.
Tyson era una leyenda: con el entrenador Cus D’Amato, se había convertido en profesional a los 18 años y había ganado su primer título mundial a los 20. Fue el campeón de peso pesado más joven de la historia, y aún mantiene ese récord.
- En su carrera vinieron después varios oponentes derrotados duramente, una condena por la violación de la modelo Desiree Washington, una temporada tras las rejas entre 1992 y 1995 durante la que se volcó al islam, la participación en cuatro de las seis peleas más recaudadoras en la historia del boxeo de peso pesado de Las Vegas, un nuevo título mundial en 1996 y una derrota ante Evander Holyfield… cuya revancha llegó ese 28 de junio de 1997.
Tyson se había quejado de varios cabezazos de parte de Holyfield en la primera pelea. Holyfield le dio un cabezazo más en el segundo round de la segunda pelea, pero el árbitro lo consideró accidental.
En el tercer round, Tyson se vio empequeñecido frente a Holyfield y enfrentado a una segunda derrota inminente. Los dos gigantes se trabaron en un abrazo en el centro del ring y, de repente, Holyfield apareció saltando en estado de shock: Tyson le había clavado los dientes. Fue una mordedura que se sintió en todo el mundo. Increíblemente, el árbitro permitió que la pelea continuara con una deducción de dos puntos a Tyson, pero no pasó mucho tiempo antes de que la oreja izquierda de Holyfield se convirtiera en otro bocado.
Tyson, el hombre de hierro, estaba actuando como un zombi.
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Hoy Tyson tal vez se ría de esa pelea: ahora es un simpático fumón que tiene una empresa que cultiva y comercializa marihuana en California, y solo de vez en cuando golpea a alguien. Pero ¿cuánto hemos aprendido de los zombis (y de los virus) desde esa pelea de 1997?
Un nuevo libro, Todo lo que hay que saber acerca de los zombis, de Roberto Gárriz —abogado argentino, autor de varias novelas, incluida Gardel contra los zombis— con ilustraciones de la francesa Camille Vannier, resume todo lo que deberíamos haber aprendido.
Comienza con matemáticas:
“La población mundial actual se calcula en 7.600.000.000 habitantes. Según un estudio del Population Reference Bureau firmado por Carl Haub, titular de la Cátedra de Información sobre Población Conrad Taeuber, tomando el año 50.000 a. C. como momento aproximado en el que aparece el Homo sapiens en la Tierra, y calculando el desarrollo poblacional a base de especular con los nacimientos que se fueron sucediendo en las distintas épocas, se llega a la cifra de 106.457.752.669 personas nacidas en el planeta. De esa cifra impresionante, los 7.600.000.000 que vivimos hoy representamos apenas el 7%. El resto ha fallecido.
”Resulta elemental, entonces, entender que a nada debería temer más la humanidad que a una confrontación con un ejército de muertos, que, además de superarnos ampliamente en número, pueden pelear hasta las últimas consecuencias, pues tienen una moral de combate altísima: la de aquellos que no tienen nada que perder”.
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El libro es una rara avis llena de datos; un manual publicado en conjunto por Anagrama y Libros del zorzal. Y se pregunta: ¿cómo se distingue a un zombi de una persona viva? ¿Con qué armas y argucias se los puede combatir? ¿Cómo se puede saber si tu perro es zombi? ¿Cómo afectaría una invasión zombi a la economía? ¿Los zombis envejecen? ¿Existe la sexualidad zombi? ¿Qué sucedería si se enfrentas en tribus caníbales y zombis?
Y la gran cuestión: ¿qué es un zombi?
“Los zombis son cuerpos de personas humanas fallecidas contaminados con un virus que los dota de movimiento”, se lee en el libro. “Técnicamente no están vivos, pues su corazón y su aparato respiratorio no funcionan. Por eso se les dice «no muertos», para diferenciarlos de los seres vivos, y en el contexto de este estudio se les dirá también «muertos», si bien no comparten la «paz eterna» que se les reserva en situaciones comunes a los seres humanos para su descanso final”.
- “El tema de los zombis es una amenaza latente y todos deberíamos prestarle atención”, dijo Gárrez en una entrevista radial con Horacio Convertini. “Después de escribir Gardel contra los zombis, me di cuenta de que había un interés por los zombis y de una posible invasión mayor al que yo creía”.
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El libro estaba escrito antes de la pandemia de COVID-19, pero adquirió ahora una nueva actualidad: “El virus se transmite entre los vivos por efecto de mordeduras o por su introducción en el torrente sanguíneo”, se lee en sus páginas. “Su primera consecuencia es la muerte de la víctima, y, pasados unos instantes, la conversión de ese muerto en zombi”.
“En combinación con la materia orgánica del suelo, el virus penetra las capas más superficiales de los terrenos, y si entra en contacto con cadáveres sepultados, los dota de los mismos movimientos y características de los contagiados que fallecieron a causa de las heridas producidas por los infectados con este virus. El método de ataque zombi es exclusivamente la mordedura. Lo que no es poco”.
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¿Libros de zombis? Hay muchos: acá va un top-25. Pero el autor que en los últimos años la rompió es Max Brooks, que creó Zombi: Guía de supervivencia y Guerra Mundial Z.
“Lo que sucede en una plaga de zombis”, dijo Brooks en una vieja entrevista, “es más o menos lo que sucede en cualquier desastre real. Pandemias, huracanes, guerras, lo que sea: la reacción humana es la misma. Para mí, los zombis son solo el catalizador para ver cómo la humanidad lidia con la calamidad”.
Y, finalmente, coincido en que ésta es la clave de toda la cultura zombi:
“Creo que estamos viviendo tiempos muy inciertos. La gente tiene mucha ansiedad por el futuro. Constantemente está siendo golpeada por catástrofes muy aterradoras y muy globales. Como en la década de 1970, creo que mucha gente piensa que el sistema se está desmoronando y, al igual que en la década de 1970, la gente necesita un lugar seguro para explorar sus preocupaciones apocalípticas. No pueden leer historias sobre plagas reales o guerras nucleares. Eso es demasiado aterrador. Eso hará que se aleje. Las historias de zombis brindan la oportunidad de presenciar el fin del mundo sobre el que la gente s han estado preguntando en secreto mientras, al mismo tiempo, permiten dormir por la noche porque el catalizador de ese fin es ficticio”.
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Javier
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